A pesar de la gran utilización, por la población de bajo nivel económico, pocas plantas medicinales de la región han sido estudiadas siguiendo parámetros científicos modernos y atendiendo las normas éticas definidas internacionalmente.
Una planta medicinal es definida por su actividad terapéutica en la especie humana. No obstante, el uso popular no es por sí garantía de la actividad terapéutica, pues, en vista de las variedades ecológica, una misma especie puede presentar diferentes concentraciones de principios activos.
Por estas razones, sí la intención es utilizar la planta medicinal de uso popular como medicamento específico, ella debe ser aceptada científicamente de acuerdo a los criterios definidos para medicamentos de cualquier otro origen.
Para aceptar una planta medicinal de uso popular, es necesario comprobar experimentalmente su efectividad y eliminar una posible acción Placebo.
Para la aceptación de la planta medicinal como medicamento, además de la garantía de su efecto específico, es necesario demostrar también su potencial tóxico, esto es, evaluar su relación riesgo/beneficio en la especie humana.
Para atender las normas éticas, la experimentación animal debe preceder a la evaluación de la planta medicinal en la especie humana, aunque éste sea el objetivo final de la validación.